Chopo de Els Torrents


CARACTERÍSTICAS

El chopo tiene un tronco estrecho, recto y grisáceo, dotado de unas costillas negras que aparecen a medida que el árbol se hace adulto. Su copa es, en general, abierta, poco densa y estirada, y se caracteriza por la presencia de hojas verdes por las dos caras. A finales de primavera, las semillas, rodeadas de una abundante borra algodonosa, dan lugar a una gran alfombra blanca en depositarse sobre el terreno.
Es un árbol de hoja caduca, con pies masculinos y femeninos diferenciados. Debido a sus necesidades hídricas, se suele encontrar cerca de ríos, torrentes y lugares con presencia de agua. El chopo es de crecimiento rápido y baja longevidad, ya que raramente supera el centenar de años.

Usos

Su madera es de un color amarillo blanquecino, elástica, muy blanda y poco densa, por lo que se utiliza para la fabricación de cajas de embalar, cerillas, palillos y pasta de papel.

CURIOSIDAD

Durante muchos años, la corteza de los chopos jóvenes se ha utilizado para combatir el dolor de cabeza leve, a modo de aspirina natural.

Chopo de Els Torrents

Destaca por su altura, de más de 35 metros. Crece junto al cauce del torrente y, a pesar de tener alguna rama seca, presenta un buen estado de conservación. Tiene un perfil alargado, con un tronco desprovisto de ramas en los primeros metros y recubierto de una corteza fuertemente estriada. En la parte alta del tronco aparecen ramas dispersas que dan lugar a una copa rala pero con una anchura importante.
Situado en la zona de mesas más cercana al torrente y a la carretera, este árbol es el más alto de todos los que forman el grupo de árboles catalogados de Vimbodí i Poblet, y también uno de los de mayor copa.

Perímetro del tronco a 1.30 m 2.60 m
Perímetro en la base del tronco 4.95 m
Altura 35.70 m
Anchura de la copa 23.55 m

Situación:

Coordenadas GPS  del aparcamiento:
X, Y: 337907, 4584481 (Aparcamiento de la ermita de Els Torrents)
Lon, Lat: 1º3’39.8167”,  41º23’43.9355”

Coordenadas GPS del árbol: 
X, Y: 337929, 4584432

Acceso a pie:

 

EL VIGILANTE DEL CAÑIZAL

A los de ahí arriba yo les llamo los pretenciosos. ¡Siempre hacia arriba, hacia arriba! ¿Qué se habrán creído? ¿Que llegarán hasta el cielo, tal vez? ¡Presumen de tener tantos años y aún no han aprendido que no se trata de crecer sólo en una dirección! Todos allí, juntitos, de comadreo, siempre están tramando algo. Creen que son de clase alta porque están más cerca de la Virgen; por eso están tan erguidos y son tan altivos. Al principio sólo eran dos, los plantaron al terminar la ermita; después aumentaron la familia. Y ¡claro! la gente los ve enseguida, los mira, los admira y ellos, encantados, ni se inmutan, pero ya sé yo que la autoestima les va creciendo a marchas forzadas.
A mí me han tocado los chiquillos, las meriendas en la fuente, las caídas al torrente -cuando corre el agua bajo la pasarela, que cada vez menos- las carreras de los niños, las regañinas de las madres... Ellos son los cipreses altivos, pero yo soy el álamo -el chopo, como nos llaman por aquí- de copa ancha, de ramas acogedoras, que se dobla con el viento. Ellos tienen trescientos años y presumen de señorear la ermita, pero yo ya estaba aquí cuando un campesino halló la imagen de la Virgen en el cañizal.

Y si no estaba, será imaginación;
nos pasa a los árboles a veces
que tanto y tanto pensar
no hallamos la diferencia
entre ficción y realidad.
Y aunque hoy, de cañas pocas,
desde hace un tiempo ya
me prometí que no dejaría
el cañizal, de vigilar;
no quiero que se me escape
si alguna vez vuelve a pasar.
Mas ahora tengo un problema:
de tanto y tanto otear
los ojos están muy cansados
y el lomo no puedo enderezar.

 
 
Teresa Duch, Escritora