Serbal de Riudabella


CARACTERÍSTICAS

El serbal tiene la copa frondosa y redondeada, el tronco de color grisáceo y las ramas más jóvenes aterciopeladas y de color verde anaranjado. Sus hojas son compuestas: están formadas por un conjunto de segmentos llamados folíolos, que individualmente pueden parecer hojas pero que, en realidad, forman parte de un mismo conjunto. Las flores, de color blanco o crema, con cinco pétalos, aparecen agrupadas, y el fruto, redondo y carnoso, toma una gama de coloraciones en función del estado de maduración, pasando del verde al óxido, momento en que ya puede ser consumido.
Se trata de un árbol de hoja caduca, que aparece sobre terrenos húmedos como especie que acompaña a encinares, robledales y pinares. En otoño, adquiere una bella coloración que destaca en medio del resto de vegetación.

Usos

La madera del serbal ha sido utilizada tradicionalmente en ebanistería. En carnicería: las mejores tablas de madera para cortar la carne son de serbal. Asimismo, dada su importante concentración en pectinas, se ha utilizado también en la elaboración de licores y gelatinas.

CURIOSIDAD

Las semillas germinan más fácilmente si han estado ingeridas por animales y después expulsadas en las deposiciones.

Serbal de Riudabella

El Serbal de Riudabella corona unos viñedos y se sitúa junto a la carretera T-700 entre Poblet y Prades. Este ejemplar, probablemente el mayor de su especie en Cataluña, tiene el tronco recubierto por una corteza con abundantes estrías. Las ramas, bastante esbeltas, tienen extremos secos en algunas partes. En otoño, el follaje adquiere tonalidades amarillentas y rojizas que la hacen destacar sobre muchos otros árboles, y finalmente queda despojada de hojas hasta la primavera siguiente.
El serbal está situado en la finca de Riudabella, que da nombre al castillo propiedad de la familia Gil desde finales del siglo XIX, a partir de la desamortización de Mendizábal.

Perímetro del tronco a 1.30 m 2.23 m
Perímetro en la base del tronco 3.07 m
Altura 15.57 m
Anchura de la copa 13.10 m

Situación:

Coordenadas GPS  del aparcamiento:
X, Y: 335720, 4581086
Lon, Lat: 1º2’8.9878”, 41º21’52.3247”

Coordenadas GPS del árbol: 
X, Y: 336039, 4581285

Acceso a pie:

 

MI SOMBRA GUAI

¡Quién me iba a decir a mí que mi sombra fuese tan guai! Estoy aquí desde que nací y de sombra siempre he ido sobrado. Al principio era un friki, tan pequeño yo, un palmo del suelo levantaba, no más. Los mayores, todos de una altura brutal, pasaban de mí y los pequeños me tenían agotado; hormigas, escarabajos, orugas y aquellas dichosas arañas que se paseaban por mis hojas y tallos, y conejos, liebres y lirones me tenían bien rayado,  siempre pasando por encima de mí. Era muy chungo, pero me lo curré y crecí.
–¡El Serbal se ha hecho mayor! – comentaban los pinos.
–¡Vaya tela! – las encinas.
–¡Qué bueno! – el roble.
–A tope!!!– decía yo.
Los humos se me subieron a la cabeza y todo el día estaba empanado: ¡Qué bueno que estoy¡ qué bueno que estoy! qué bueno que estoy!
DDesde Riudabella y hasta aquí, veía a los hombres como curraban ctodo el día en el campo. Y me molaban. Los hombres me molaban porque podían tirar millas y siempre tenían unas movidas brutales. A veces parecían no tocar mucho de pies en el suelo, es verdad, pero yo seguía flipando con ellos. 

Un día, vi a tres en dirección al bosque. Llevaban todos los mismos artefactos horteras. Brillantes, con una parte larga y dentada. Y yo alucinando. ¡Eran unos cracs los hombres! Visto y no visto, se pusieron a trabajar. Todos los árboles fueron cayendo. El artefacto les cortaba los pies, uno tras otro. Yo estaba totalmente atacado. Primero pensé estás pillado, tío, y enseguida hoy y aquí la palmas, Serbal.
–El serbal no se toca –dijo uno de los hombres, parando el artefacto; yo también paré la respiración– ¡No molesta y da buena sombra!
¡Qué fuerte! Y no quiero darme importancia, pero ¡qué fuerte! solamente yo me salvé. Mis humos cayeron en picado, la confianza en los hombres, también.
No he vuelto a pensar en lo bueno que estoy, que estaba, nunca más. Ya solamente estoy pendiente de mi sombra. Por aquí han vuelto a crecer algunos colegas, también se les cae la baba cuando ven a los hombres, pero yo ya les aviso: no os empanéis tanto, que lo único que os puede salvar es vuestra sombra. Los hombres, es verlos venir y ponerme de mal rollo. Ya pueden sentarse bajo mi sombra, y charlar, montar sus movidas e ir de guais, que yo no me vuelvo a fiar de ellos nunca más. ¡Ni de coña!

 
 
 
Teresa Duch, Escritora